Nací en la casa cuna de Santa Isabel, y fui entregado a mis padres adoptivos el mismo día de nacer.
¿Cuándo supo que era adoptado?
A los 23 años. Cuando mi padre era un enfermo terminal y yo ordenaba sus papeles, encontré mi auto judicial de adopción. Era la una de la madrugada, me quedé alucinado.
¿Cómo reaccionó?
Desperté a mi madre, que me lo confirmó entre llantos. Le dije que la quería incluso más, pero que me hubiera gustado saberlo antes. Lo que más recuerdo de esa noche es que fui a mirarme en el espejo, buscando esa identidad nueva y preguntándome quién era yo. A partir de ahí empecé a buscar.
¿Y?
Las monjas de la casa cuna tenían los datos, pero no quisieron dármelos por el voto de sigilo. Acudí al fiscal jefe, e incluso al Vaticano, pero hasta 1999 nuestro derecho a saber no fue reconocido y hasta la fecha todavía no sé quién es mi madre biológica.
Decidió ayudar a otros a encontrar.
Sí, porque conozco todos los vericuetos legales. En mi caso opté por salir por televisión y por radio pidiendo a mi madre que se pusiera en contacto conmigo. Me he hecho dos veces la prueba del ADN, pero salió negativa. Yo he perdido la esperanza, pero en el 90% de los casos la gente lo consigue.
¿Cómo encajó su madre su búsqueda?
Vivió diez años más y lo llevó bien porque he estado siempre a su lado, mimándola, y además ella es mi madre, no tengo otra; ese es mi sentimiento y lo que le he repetido.
Trabajó con Lobatón.
Después de su programa Quién sabe dónde era tal la avalancha de gente que buscaba, que constituyó la fundación Andas, de la que terminé siendo secretario. He conocido cientos de casos, algunos estremecedores, muchos hijos del incesto y de la violación.
No debe de ser agradable para ellas reencontrarse con ese pasado.
No, pero en el fondo de los ojos de esas mujeres hay una pizca de amor hacia el hijo que la ha encontrado, aunque luego no quiera o no pueda tener una relación fluida con él porque le recuerda el trauma vivido.
¿También tiene casos de madres biológicas buscando a sus hijos?
Sí, me explican que las circunstancias las obligaron a entregarlos; y ha habido casos de engaño: les han dicho que su hijo murió en el parto; y madres que han firmado el consentimiento para la adopción drogadas. Hay cientos de casos en España de coacción y engaño entre los años cincuenta y setenta.
Madres que han renunciado no deberían poder revolver la vida de aquel hijo biológico años después.
La ley protege a ese niño que ha sido abandonado y que ya tiene una familia. Y muchos, que pese a las dificultades han sido encontrados por las madres biológicas, no quieren saber nada de ellas. Duro pero respetable. Lo ideal es que los padres adoptivos les cuenten que fueron adoptados a los 3 o 4 años; después es demasiado tarde.
Para los padres adoptivos tampoco debe de ser fácil.
Es duro para todos. Pero en general yo creo que hay que desdramatizar, tener claro que la relación paterno-filial la hace el roce y la educación y no la biología. La madre es la que te cría, la que hace los deberes contigo, la que te lleva al colegio. Toda la gente adoptada que conozco considera que sus padres son los adoptivos, nunca se rompe el vínculo cuando encuentran a la madre biológica.
¿Y los padres biológicos?
Por desgracia para los de mi sexo, son los que más se evaden del tema, de ahí que haya tenido que especializarme también en reclamaciones de paternidad porque, cuando los encontramos, suelen negarla. La madre biológica no olvida nunca, el padre olvida y en muchos casos rechaza.
¿Buscan más hombres que mujeres?
Sí, eso constato. Y luego la relación suele ser buena, de amistad.
Dice que hay muchos casos de abusos y violaciones.
Sí, y esas mujeres quedan traumatizadas, no suelen casarse ni tener más hijos. Pero el trauma no se traspasa al hijo cuando conoce la verdad. De las dos mujeres que pensaron que yo podía ser su hijo, una era un caso de incesto, era duro de asumir.
¿Qué ha aprendido en quince años buscando madres e hijos?
Humanidad. A veces pienso que somos el peor de los animales, pero sé que somos muy capaces de amar. Yo he visto aberraciones, como abusar de una hija reiteradamente o violar a la novia y permitir que seguidamente la violen sus cinco amigos.
Qué espanto.
He aprendido que el amor más grande que existe es el de una madre por un hijo, es indestructible. Esas mujeres que se quedaron embarazas en esas circunstancias tan terribles no olvidan jamás a ese hijo.
Qué difícil es todo.
No lo es. Yo, que soy un bastardo, le aseguro que mi suerte es inmensa, porque he tenido unos padres maravillosos. La gente busca por curiosidad, no he tenido ningún caso en que lo haga para sustituir nada o para encontrar una familia.
¿Hay adolescentes que buscan?
Sí, entonces llamo a los padres y les recomiendo que lo lleven a un psicólogo porque está confundiendo la crisis de la adolescencia con el hecho de ser adoptado.
La Contra
Él no ha encontrado a su madre biológica, pero ha conseguido que cientos de clientes puedan "dar las gracias a la suya, a menudo entre lágrimas, por haberles traído al mundo". En su libro, Bastardos como en el caso de mi madre- había instituciones a las que enviar a la hija embarazada para que nadie conociera la historia, y muchos casos de incesto y violaciones". Los derechos de autor del libro contribuirán a la creación de la fundación SOS Raíces para quien quiere buscar y no puede pagar.
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