Qué le inspira?
Las cacas de mis asnos mallorquines: con ellas he modelado las figuras de Anselm Turmeda, Ramon Llull y Joanot Martorell, tres referentes míos.
¿Por qué pinta?
Pinto para saber por qué pinto.
¿Lo sabrá un día?
Pinto todos los días desde los 15 años: es ya mi (extraña) forma de vida, y cada respuesta me plantea siempre otra pregunta...
¿Qué está pintando ahora?
Paisajes del Himalaya, desérticos... Son paisajes del interior del cerebro, sin luz...
¿Y qué tal le están quedando?
Creí haber entrado en vía muerta, pero ahora no estoy descontento. Así funciono: avanzo sobre los errores. Mi vida entera es así.
¿Qué le gusta tanto como pintar?
Leer, follar, bucear. Bucear más que follar..., porque aguanto más rato.
¿Podría combinar ambas actividades?
Le contaría experiencias precisas... ¡Bajo el mar he hecho de todo!: crecí junto al mar.
No puede llevarse el mar a París, Mali...
Me llevo su perfume: rasco salitre del fondo de mi barca - agua de mar, sepia podrida, gasóleo...-y me lo llevo en una lata. Pintaba la cúpula de Ginebra e iba oliéndolo...
Ya tenemos su pócima secreta...
Junto al perfume del algarrobo y de la ruda. Y los tomates de mi huerto, ¡buenísimos!
¿Tiene aparte algún talismán?
Tengo mi gri-gri,amuleto preparado hace veinte años por mi amigo brujo de Mali. ¡No tomaría un avión si me lo dejara en casa! Hay que quitárselo para follar o pierde su poder.
¿Es supersticioso?
A veces le cojo manía a algo, a un color...
¿Qué color?
Son cosas que no se deben decir.
¿Qué queda del niño hiperactivo que fue usted?
Todo, espero. Trastear con pinceles y pinturas me apartaba de trastadas mayores...
Hace doce años me dijo: "Para pintar bien debo desaprender". ¿Ha avanzado?
Ya pinto al revés: con lejía sobre papel negro, pinto quitando en vez de poniendo: el cuadro pesa menos al final que al principio.
¿Qué le gustaría que aprendiesen de usted sus hijos adolescentes?
A mirar obras de arte... Y a no encerrarse en una galería de arte de Europa o América. Por eso los llevo a ver el sufrimiento humano de cara, a vivir con pobres en África.
¿Qué le reporta África?
¡Tanta vida... que casi no necesito pintar! Pero al final acabo siempre haciéndolo...
¿Hay alguna obra de Barceló oculta en algún ignoto rincón del planeta?
He pintado en las paredes de una , carboncillos pornográficos... ¿Dónde? Ah, imagine...
Si entro en el salón de su casa de Mallorca, ¿qué cuadro veré?
Un plato de sopa, con un tronco de árbol clavado a modo de cuchara. Lleva ahí veinticinco años, es ya un cuadro fetiche.
¿Y en Mali?
Algo que esté pintando allí, y algún calendario, y revistas de tías en pelotas...: ¡siempre tengo a alguien sentado, mirándolas! Un día vi ahí sentado a Tebamo hojeando un libro mío de Wittgenstein, parsimoniosamente...
¿Quién es Tebamo?
Un hombre admirable al que aspiro a parecerme de mayor: siempre está en su sitio, haciendo lo que toca en cada instante.
¿Y qué le interesaba de Wittgenstein?
Resultó que no estaba leyendo: ¡estaba contando, una a una, todas sus páginas!
Si tuviese todo el poder del mundo...
Yo repartiría medicamentos antisida en África:¡miles de personas allí van a morir en semanas por eso...!
¿Qué querría que se dijese de Barceló?
Me gustaría que dentro de dos mil años mis obras provocasen la misma excitación que nos provocan algunas obras primitivas, de cuyos artistas no sabemos nada: ¿fue un hombre, una mujer, un joven, un viejo...?
¿En qué obra primitiva piensa?
En las pinturas rupestres de las cuevas de Chauvet. Me emocionan. ¿Quién pintó eso? Da igual, es que lo siento tan cercano...
¿Qué le impresiona más?
Cada león y leona es un retrato individualizado de extrema exactitud, puedo sentir su ansia de sangre previa al ataque... ¿Cómo pudo aquel artista acercarse tanto y captar con tanto detalle a fieras tan peligrosas?
Respóndase.
Tuvieron la capacidad de empatizar e identificarse con la bestia, de casi convertirse en ella, con sus pelos hirsutos y enhiestos en la nuca, los cojones pegados a la cola...
En sus cuadros viven también muchos animales...
Sí, sobre todo cabras, asnos, pulpos y sepias: ¡estoy fascinado por los cefalópodos! He matado miles de pulpos en mi vida..., pero hoy ya no: sólo los observo. Pienso montar un espectáculo artístico con cefalópodos...
¿Qué le atrae tanto de los pulpos?
Si lo necesitan, ¡se comen una pata!: pueden devorar partes de sí mismos y regenerarse. Yo hago como los pulpos, metafóricamente.
¿Ha devorado alguna obra suya?
Pinté con gran intensidad un cuadro con tres pingüinos borrachos bajo la nieve..., y con la misma intensidad ¡lo destruí! Al acto me arrepentí: ¡el cuadro era cojonudo!
¿Entonces...?
Sentí como si el acto creativo quedase incompleto si no incluía la destrucción... Intenté rehacer el cuadro: ha sido imposible.
La Contra
Es un genio refinado y primitivo, como aquel antepasado suyo que pintaba en Altamira. Disfruto viendo sus obras, leyendo sus diarios, oyéndole hablar en mallorquín de pulpos, burros y tomates (le entusiasma cultivar variedades autóctonas en Mallorca: le ofrezco de los míos, intercambiaremos semillas). Es un pintor caníbal, es una paradoja palpitante que se vive bien: "Pintar es oficio de viejo, cada año que cumplo es para mejor, y como voy desaprendiendo, ¡rejuvenezco!". Desde hoy podemos recorrerle de cabo a rabo en dos exposiciones simultáneas (Arts Santa Mònica y CaixaForum), de las que me elige dos piezas: un autorretrato en forma de bacalao y Molt lluny fa molt temps.
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